- Diversos estudios afirman que los coches eléctricos producen menos contaminación gracias a que sus discos de freno emiten menos partículas contaminantes
- Un coche eléctrico genera un 83% menos de partículas de freno que uno de gasolina
- Europa quiere cobrar multas millonarias a los coches más contaminantes, pero los fabricantes tienen un plan para no pagarlas
Está claro que los coches eléctricos emiten muchos menos gases contaminantes que los modelos térmicos, pudiendo llegar a ser la solución de la contaminación. Por una cuestión obvia: no utilizan combustibles fósiles y no expulsan ningún tipo de gas por el tubo de escape. Sin embargo, también contribuyen a mejorar la calidad del aire gracias a que emiten menos partículas provenientes de los frenos.
Menos piezas contaminantes
Una de las principales razones por las que los coches eléctricos contaminan mucho menos que otro tipo de vehículos es el sistema de deceleración que ofrecen los motores electrificados, mediante el cual recuperan energía para la batería. De esta manera, cuando se conduce un coche eléctrico se pisa mucho menos el freno.
Los coches eléctricos contaminan mucho menos de lo que crees, y tenemos los datos que lo demuestran
Así lo demuestra un estudio del club automovilista británico RAC, que analizó vehículos eléctricos de una flota de taxis locales. Los resultados son contundentes: los Nissan Leaf utilizados en este estudio no cambiaban pastillas de freno hasta superar entre 130.000 y 160.000 km, mientras que un coche térmico necesita reemplazarlas cada 60.000 km en el eje delantero y cada 100.000 km en el trasero.
Compuesto por partículas metálicas finísimas, principalmente cobre y otros elementos pesados, el polvo de los discos de freno se dispersa fácilmente en el aire y penetra directamente en nuestros pulmones. Según el estudio publicado en Particle and Fiber Toxicology, las micropartículas originadas por las pastillas de freno enriquecidas con cobre pueden ser incluso más dañinas que las del hollín de los motores diésel.
No tienen tubo de escape
Mientras los diésel llevan desde hace 20 años obligados a incluir filtros antipartículas que reducen sus emisiones sólidas, las partículas de las pastillas de freno siguen prácticamente sin regulación a nivel mundial. Solo en algunos estados de EE. UU. se ha limitado legalmente la presencia de cobre en su fabricación. El mismo informe científico detalla que estas partículas no solo se relacionan con enfermedades respiratorias como la fibrosis pulmonar, sino también con distintos tipos de cáncer y alteraciones metabólicas.
Según una investigación de EIT Urban Mobility, respaldada por financiación de la Unión Europea, un coche eléctrico genera hasta un 83% menos de partículas de freno que uno de gasolina. En el caso de los híbridos enchufables, la reducción es de hasta un 66%, y en los híbridos convencionales, se sitúa entre el 10% y el 48%, dependiendo del modelo y la tecnología de frenado. De esta manera, los coches eléctricos producirían menos contaminación
Además, reducir el desgaste de los frenos no solo mejora la salud pública, también implica un menor coste de mantenimiento y alarga la vida útil de los componentes del vehículo. En suma, una ventaja que añade eficiencia, sostenibilidad y durabilidad.
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Carlos González es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Colabora como redactor para Energynews.es, movilidadelectrica.es y hidrogeno-verde.es. Un apasionado de los coches y del mundo del motor desde pequeño. Además de muy interesado en todos los ámbitos de la sostenibilidad: movilidad, transición energética, nuevas energías...